ABOGADO EN LA SOCIEDAD DEL SIGLO XXI



ASPECTOS QUE DEBEN CARACTERIZAR AL ABOGADO
Estos seis aspectos deben ser gravados en letras de fuego en el corazón y pensamiento de los abogados y son a saber:

1)    Intelectuales

2)    Físicos

3)    Emocionales

4)    De su lugar de trabajo

5)    Social

6)    Idioma


1) Intelectuales:

            El abogado, por su mismo nivel de formación, debe tener un estilo especial al hablar, dominando siempre la ética profesional, debe contar además, con un  sistema de valores definidos, así como tener un estado psicológico estable; asimismo el abogado debe tener una filosofía social propia y sobre todo ser muy culto, más aún, debe “saber mucho de todo”. En cuanto se refiere al derecho, este debe ser constante en sus estudios y actualizarse siempre sobre nuevas leyes, decretos y reglamentos, además; dominar las leyes sustantivas, procesales y especiales, utilizar lenguaje forense en sus escritos, ser amable con sus clientes y sobre todo  tener un amplio  dominio de las relaciones humanas.

2) Físicos:

            El abogado no debe vestir de manera escandalosa, sino más bien moderado, discreto, elegante, estar siempre bien afeitado, bañado y peinado, no importa su aspecto  físico pues su cualidad intelectual puede compensar su desventaja.

Un buen abogado no debe fumar, al menos no en su bufete, ya que ello le traería desconfianza por parte  de sus clientes y mucho más aún si le gusta el alcohol.

Es importante que el abogado se mantenga en línea, haciendo ejercicios y erradicando por completo la vida mundana que practican algunos malos abogados.

Recuerde que un abogado, debe evitar andar desgarbado, ya que no es un bohemio sino un letrado.

3)  Aspectos Emocionales:

El abogado debe ser tranquilo, no mostrarse agresivo con sus clientes y menos con los contrarios, debe actuar con mucha inteligencia y ser muy hábil  en cualquier actuación legal, tolerar y escuchar a sus clientes, nunca abandonarlos a su suerte, un abogado debe tener sentido común, así como sentido del humor y ante todo, evitar en el trabajo las inestabilidades emocionales.

4) De su lugar de trabajo:

La oficina de un abogado debe ser llamativa, sin pecar de suntuosa, limpia e impecable, sobre todo bien ordenada, ofrecer comodidad a los clientes, así como tener literatura amena para los mismos. Debe contar además, con buenos secretarios, pasantes diligentes y educados que posean amplios conocimientos de derecho y trato a la gente, pues el éxito del bufete también depende de ellos.

5) Social:

En todo lo que sea relaciones sociales,  el abogado debe comportarse conforme a las reglas  del trato social, ser educado y cortés en sus reuniones, dominar las  reglas de etiqueta y en cada reunión guardar bien sus secretos profesionales.

6) Idioma:

Por las características del derecho actual  y la “globalización” que implica la desaparición virtual de las fronteras en el mundo, por la creciente actividad comercial internacional y otros aspectos sociales, el abogado está obligado, por lo menos; a conocer un idioma nativo de su región  y uno extranjero, a parte del castellano, esto hará que su  firma tenga más relevancia, su opinión sea más respetada y su espíritu para entender las distintas realidades geográfica sociales, sea más amplio y por supuesto que ello redundará en que este profesional tendrá mayor clientela.

Algunos puntos muy importantes  de las Normas de Ética para el Abogado (las que debieran ser de cumplimiento obligatorio y control jurisdiccional permanente por parte de todos los Colegios de Abogado de cada Departamento) las cuales deben ser grabadas con letras de fuego en el corazón de todo el que anhele el ejercicio de las leyes y de todo aquel que tiene el emblema de la abogacía como profesión y oficio  son a saber;

*      El Derecho se transforma  constantemente con la complicación de la vida política  y social que obliga a un mayor conocimiento de sus normas, el derecho ocupa la cúspide en la jerarquía de los valores del espíritu.

*      La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia, pues de cada cien asuntos que pasan por el despacho de  un abogado, cincuenta por lo menos, no son judiciales; entonces, se trata de dar consejos  y orientaciones en materia de negocios, de familia y otros, a fin de prevenir conflictos futuros.

*      El crédito de un abogado no viene de los pleitos que gana, sino de los que evita, porque “la abogacía moderna, como la medicina; se va haciendo cada día más preventiva que curativa” y con frecuencia se oye decir: más vale un mal arreglo que un buen juicio y téngase presente que el abogado tiene derecho a cobrar honorario  por el arreglo de escrito en que haya intervenido y que le ha demandado trabajo y varias horas o de días.

*      El abogado debe poseer serenidad que es atributo de los seres superiores, fortaleza y paciencia para soportar las injurias y amenazas del adversario.

*      El abogado NUNCA debe prometer el triunfo a su cliente, ni fingir una convicción que no tiene, ya que el resultado de un pleito depende de diversas circunstancias y factores que no es posible prever; cuando más le anunciara que: “probablemente podrá contarse con la victoria”

            Hacer conjeturas sobre el papel que desempeñará el abogado en el próximo milenio tienta a imaginar un ensayo de ciencia-ficción o a efectuar predicciones, hacer algo así como una especie de futurología de la abogacía. De esas que con suerte, como le pasó a Julio Verne, se cumplen.


¿Pero cómo especular sobre el futuro sin referirse al pasado? A los que podrían ser considerados como los primeros abogados, que datan del siglo V a.c. en Atenas, me refiero a quienes desempeñaban la profesión de logógrafo. Los logógrafos eran escritores de discursos forenses. Aquel ciudadano que tenía que comparecer ante los tribunales para presentar una demanda o para defenderse de algún cargo se veía necesitado de emplear cierto tipo de lenguaje que le era desconocido o de hacer uso de una elocuencia de la que carecía. El logógrafo en principio, ajeno al proceso suplía estas falencias. Lisis o Demóstenes desempeñaron esta profesión.

La pregunta que hoy nos convoca sería ¿Qué desafíos enfrentarán los abogados? Y esa una pregunta que podemos comenzar a responder a partir de los desafíos que existen hoy:

Hay un mayor empleo de la oralidad, por ejemplo en la justicia penal, esto hace necesario el conocimiento de técnicas específicas a fin de hablar con propiedad y argumentar debidamente lo que se sostiene. Una vez más, desde el siglo V a. C. En Atenas nos vemos necesitados de recurrir a la retórica y a la oratoria.

En busca de una mayor practicidad, eficacia y rapidez se proponen soluciones alternativas para la solución de conflictos (mediación.).

Los nuevos avances científicos reclaman un marco regulatorio: Se plantean distintos problemas por ejemplo ¿Cómo debe ser considerada la propiedad intelectual (los derechos de autor) frente a este nuevo foro de opinión que es Internet . ¿Cómo salvaguardar la privacidad de la correspondencia en ese medio? ¿Cuáles son los fraudes que se pueden cometer a través de él? (por ejemplo en las compras en las que se emplean de tarjetas de crédito) ¿Qué mecanismos se pueden implementar a fin de dar mayor seguridad?

A la bioética se le presenta el desafío de ¿Cómo encarar el tema de la fecundación asistida?

La Globalización: obliga a compatibilizar distintos sistemas jurídicos que deben adaptarse en función a pautas comunes.
Los avances científicos, la agilidad con que se presentan los cambios hacen que el futuro profesional tenga que tener un amplio conocimiento general, nunca como hoy es tan necesaria una mayor capacitación y perfeccionamiento a fin de agudizar la inteligencia en la comprensión de los problemas que se presenten y en la búsqueda de posibles soluciones.

A todos estos supuestos el derecho debe dar un marco jurídico referencial. El jurista, (sea juez, abogado o doctrinario) del próximo milenio tendrá probablemente nuevos desafíos pero también se enfrentará a los mismos problemas que existen hoy y existieron antes: hacer justas las desigualdades que son un dato de la naturaleza, a fin de lograr la paz social. El respeto por la dignidad humana.

Seguramente el próximo milenio plantee mayores desafíos, por eso la Universidad, la Facultad de Derecho, en nuestro caso, debe proporcionar un muy buen nivel en la preparación académica de los profesionales. Sin embargo, toda la ciencia no será suficiente si se pierde de vista lo esencial:

*      El amor a la justicia,

*      El respeto por las personas que de algún modo se someten a su juicio experto,

*      Honestidad intelectual y honestidad en el ejercicio de su profesión,

*      La plena convicción de que los cambios son siempre posibles, por más humilde que sea nuestro lugar en la sociedad. No renunciar al ideal de buscar una sociedad más justa, más armoniosa, donde reine la concordia. (que es la virtud social que alude al buen entendimiento en el orden)